EL ESPÍRITU ANTI-BELGRANIANO
Acerca de la reglamentación de los Símbolos Nacionales. Para que todos sepan de qué se habla. (2003)
(Re-editado en CEBA.net en ocasión del Seminario de Ceremonial Escolar y de Símbolos Nacionales organizado por Ciudad Educativa, La Pampa)
(publicado en www.funcidec.org.ar – ver allí la versión completa)
Por el Prof. Aníbal Gotelli,
ex Director General de Relaciones Internacionales, Consulares y Cooperación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a/c de la Dirección de Ceremonial; Presidente del Centro Interdisciplinario de Estudios Culturales -Fundación CIDEC- para el Estudio del Ceremonial, la Comunicación y las Relaciones Institucionales desde 1990. Miembro de Honor del Instituto Argentino de Ceremonial por el Emb. Jorge G. Blanco Villalta (2000) y Académico Correspondiente de la Academia Hispánica de Ceremonial (i.a.) Ha sido autor, entre otros, de los siguientes decretos: a) Decreto Poder Ejecutivo Nacional Nro. 2072/93, del 7 de octubre de 1993, que organizó el Sistema Protocolar de la República Argentina, orden de precedencia nacional, normas de interpretación, de competencia y de representación protocolar. b) Decreto Poder Ejecutivo Nacional Nro. 1574/93, del 23 de julio de 1993, que declaró al 28 de Mayo de cada año como Día Nacional del Ceremonial. Esta declaración fue, asimismo, una propuesta del Prof. Aníbal Gotelli durante la ceremonia de clausura de las 1ras. Jornadas Nacionales de Ceremonial, en 1993. c) Decreto del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nro. 1596/2001, del 19 de octubre de 2001, que organizó el Sistema Protocolar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, orden de precedencia de la ciudad, normas de interpretación, de competencia y de representación protocolar. d) Decreto del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nro. 1706/02, del 18 de diciembre de 2002, que reasignó sus denominaciones históricas a la Dirección Ejecutiva y a la Dirección de Planeamiento y Producción (ex Dirección de Festejos y ex Dirección de Ornamentación) del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
1) Introducción.
El 2002 no fue sólo un año económica, política y socialmente triste. También fue un año en extremo triste para la Vexilología, ya que la naturaleza, la significación histórica y la representación vexilográfica de nuestros Símbolos Nacionales, y en especial de nuestra Bandera, se vieron amenazados y corrieron el peligro de ser desnaturalizados de forma irremediable por un espíritu profundamente anti-belgraniano.
Por omnipotencia o por ignorancia supina y contumaz, ambos motivos igualmente lamentables para el ejercicio de la función pública, fueron presentados tres proyectos de ley en nuestro Congreso Nacional que trataron de reglamentar de manera definitiva la caracterología, significación, representación y ceremonial de nuestros Símbolos Nacionales. Tales fueron los proyectos que, acerca del régimen sobre Símbolos y Distintivos patrios de la Nación Argentina, pasaron a la historia legislativa de nuestro país como Proyecto Torres Molina (361-D-2001), Proyecto Pepe (950-D-2001) y Proyecto Sierra Morales (1992-D-2001). Más aún, y como era de esperar, en el mágico crisol de los avatares legislativos, que quien ésto escribe conoce tanto y tan bien, los tres ingredientes citados en el párrafo anterior dieron como producto un dictamen conjunto de las Comisiones de Defensa, de Educación y de Legislación General que, como toda mixtura engendral, terminó conteniendo un poco de cada uno, pero sin dejar satisfecho absolutamente a nadie.
Hoy en día, el proyecto que recibió media sanción de la Cámara de Diputados el 27 de noviembre de 2001 se encuentra girado a la Comisión de Legislación General de la Cámara de Senadores, donde -bajo el número 143/2001- deseamos siga durmiendo el sueño de los injustos.
Las gestiones oficiales que hemos llevado a cabo al respecto y que seguiremos haciendo de ser necesario, nos alientan a pensar que podremos conseguir el archivo histórico del proyecto hasta que se realice un trabajo más minucioso, más técnico y más respetuoso de los valores nacionales y de la opinión y dictamen de los expertos. Pero: ¿qué nos dejó como enseñanza a los vexilólogos y ceremonialistas el año 2002?.
Primero. Que no se puede ir contra la evidencia histórica ni contra el espíritu mismo de quien concibió, animó y sostuvo con valentía la necesidad de contar con nuestros propios Símbolos Nacionales: D. Manuel Belgrano.
Segundo. Que no se puede legislar sobre Símbolos desoyendo o careciendo del asesoramiento técnico profesional de vexilólogos, heraldistas, ceremonialistas, historiadores y demás especialistas en materia de estudios cromáticos.
Tercero. Que no podemos volver a soportar otra oleada de opinólogos y de opinología de poca monta o sin sustento técnico y práctico, tal como ocurrió en muchas de las disertaciones que intoxicaron el ambiente vexilo-protocolar durante el año 2002. Muchas de las charlas, disertaciones, jornadas, cursos, cursillos, conferencias y ciclos de conferencias se llevaron a cabo sin repartir a los participantes, alumnos y oyentes siquiera copias de los proyectos de ley y del dictamen final sobre el cual se estaba hablando o discutiendo. Es decir, no sólo muchos no sabían exactamente de sobre qué estaban disertando, sino que -además- muchos tampoco sabían acerca de qué les estaban hablando exactamente.
Cuarto. Que no se puede legislar ni opinar acerca de la necesidad de reglamentar nuestros Símbolos Nacionales sin tener en cuenta las incidencias económicas y las imposibilidades prácticas que traería como consecuencia la sustitución de banderas, escudos, escarapelas y demás especies en todo el territorio nacional y en todas las representaciones, delegaciones y oficinas oficiales, institucionales y diplomáticas de nuestro país en el exterior.
2) Simbología Nacional "contra belgraniana natura" y "contra legislativa natura".
El intento de reglamentar los Símbolos Nacionales argentinos no sólo se llevó a cabo "contra legislativa natura", sino además, "contra belgraniana natura". Durante el año 2002, todos los debates parecieron ceñirse al aspecto del color proyectado para nuestra Bandera, si era celeste o azul, y -a su vez- si era celeste, su matiz o la numeración de IRAM o PANTONE que debía utilizarse. Pero, lejos de ser aquél el único aspecto objetable de la legislación proyectada, lo que fue peor ha sido que la reglamentación de nuestros Símbolos Nacionales quiso llevarse a cabo desatendiendo las evidencias históricas y desconociendo o sin la debida comprensión y el respeto patriótico y profundo del espíritu belgraniano.
En efecto, no escapa al conocimiento de los argentinos estudiosos de nuestra historia nacional y de los diversos aspectos de la obra, pasión y vida de Manuel Belgrano, que el creador de nuestra Bandera Nacional se hallaba imbuido de una profunda convicción religiosa y de una notoria devoción por la Virgen María.
Coincidimos con Vicente M. Quartaruolo al afirmar que existen otros elementos de juicio en el historial belgraniano anterior a 1812 como para asegurar que la idea de que los colores nacionales sean el celeste y el blanco no era nueva en Belgrano.
El Consulado de Buenos Airees, del que Belgrano fue Secretario, tuvo como distintivo una bandera celeste y blanca que habría sido ideada por el propio creador de nuestra Bandera Nacional.
Nada es casual sino causal en la coherencia inobjetable del pensamiento belgraniano. Aún si quisiéramos hacer provenir los colores de nuestra Bandera Nacional como tomados por Belgrano de la Real Orden de Carlos III, no podríamos sino reconocer también la evidencia de que la banda de la referida distinción dinástica borbónica se encuentra dividida en tres franjas iguales, la del centro blanca y las dos laterales de color azul-celeste, los que también fueron tomados del manto y vestimenta de la Inmaculada Concepción.
En fin, sea cual fuere la motivación belgraniana para la elección del blanco y del celeste como derivación del azul, lo cierto es que sea por devoción Mariana autónoma o por sujeción al espíritu pro-borbónico fernandino revolucionario de mayo (Orden de Carlos III), las dos vertientes desembocan en un mismo resultado, porque ambas son aspectos distintos de una misma cosa. Al respecto, no podemos sino coincidir con Miguel A. Scenna cuando expresamos nuestro convencimiento de que la Orden de Carlos III recibió sus colores del manto y vestimenta de la Inmaculada Concepción, ya que era Patrona de España y de las Indias, de las que las Provincias Unidas del Río de la Plata formaban parte. También es Scenna quien consigna la dedicación Mariana, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, del Consulado de Buenos Aires que integraba Belgrano.
Y no menos atendible resulta para quien esto escribe el aporte que realiza Ricardo O. Jacob, quien afirma que las cintas celestes y blancas aparecían hacia julio de 1810 en las bocas de los fusiles de la primera expedición al Alto Perú.
Y para abonar aún más nuestro convencimiento acerca de la tonalidad celeste del azul elegido por Belgrano para nuestra Bandera Nacional, no podemos dejar de recordar una comunicación reproducida hasta el hartazgo por toda la historiografía nacional en la materia.
Dicha comunicación es la que cursa al Triunvirato haciéndole saber el enarbolamiento de la Bandera confeccionada de acuerdo con los colores de la escarapela nacional. Por supuesto, dicha comunicación no será reproducida en este breve ensayo para no contribuir al hartazgo general, ya que quizás fue éste el único elemento que blandió la mayor parte de la opinología vernácula para sostener varias decenas de horas-reloj de disertaciones.
Quizás resulta mejor transcribir el decreto del Triunvirato que autorizó la escarapela de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con la cual hizo coincidir Belgrano los colores para la confección de su bandera.
El borrado del decreto de fecha 18 de febrero de 1812 establece que "el gobierno en acuerdo de hoy ha resuelto, se haya, reconozca y use por las tropas de (tachado: la Patria y agregado) de las Provs. Unidas del Río de la Plata de Escarapela Nacional que deberá componerse de los dos Colores blanco y azul, (agregado entrelínea: celeste) quedando abolida desde esta fha. la (entrelínea: roja) con q.e antiguam.te se distinguían".
Lo que históricamente resulta indispensable para la comprensión de la interpretación del espíritu y accionar de Manuel Belgrano es tener en cuenta que en el párrafo transcripto, el redactor agregó entrelíneas el término celeste, dejando así aclarado para toda la posteridad el tipo de azul que debería emplearse.
No existe contradicción entre el pensamiento de Belgrano y el pensamiento del Triunvirato al autorizar la escarapela. Dicha coherencia es evidente como también es evidente la incoherencia de los proyectos de leyes presentados, no sólo "contra belgraniana natura" sino además "contra legislativa natura". Veamos ahora la antinaturalidad legislativa de los proyectos y del dictamen en cuestión.
El primero de los problemas que hemos advertido a las autoridades correspondientes es que el Dictamen sometido a la aprobación futura del H. Senado de la Nación es un refrito que no convence a ninguno de los que seria e históricamente estudiamos el tema, cuyo texto -como si lo primero ya no fuera bastante- no guarda siquiera relación con los proyectos que le han dado origen y con los antecedentes que citan.
La Dirección General a mi cargo ha presentado el 27 de noviembre de 2002 ante la Comisión de Legislación General del H. Senado de la Nación, un muy extenso estudio llevado a cabo a través de nuestra área de Planeamiento y Producción con el que hemos tratado de llamar la atención respecto de varios aspectos del dictamen en discusión y de los proyectos que le dieron origen. No transcribiremos los proyectos y el dictamen en cuestión, ya que los reproducimos íntegramente como anexo al final del ensayo.
Lo que sí haremos, por el contrario, es destacar los aspectos que del dictamen final nos han parecido llamativamente lamentables y que nos han llevado a adoptar una posición abiertamente contraria a toda legislación sobre los Símbolos Nacionales, tal y como se venía gestando en sede legislativa. Veamos el Dictamen conjunto de Comisiones HCD-OD 3406 del 22 de noviembre de 2001. El informe que acompaña al proyecto ya establece ab initio una cláusula en extremo irritante. Dicho informe, producido por Miguel Angel Toma consigna que ha resultado conveniente "modificar las propuestas originales en la búsqueda de un sano consenso, unificando en un solo criterio los mencionados proyectos de ley...". ¿Pero de qué "consenso" se está hablando?. Obviamente, se está hablando del consenso entre proyectos de diversos diputados. No se hace mención a la opinión ni al dictamen de ninguna comisión de expertos ni de ninguna institución vernácula técnicamente entendida en materia de Vexilología, de Heráldica, de Historia o de Ceremonial.
El dictamen establece cuáles son los tres Símbolos Nacionales y, cuando habla de nuestra Bandera, lo hace aclarando "contra histórica natura" que la bandera es la creada por Belgrano en 1812 (correcto), aprobada por el congreso de Tucumán en 1816 (celeste) y confirmada por el mismo congreso en 1818 cuando ya se encuentra instalado en Buenos Aires (azul). En lo referente al color de la Bandera Nacional, el proyecto consigna las normativas IRAM de acuerdo con las cuales deberían ser reproducidos los colores azul (azul celeste cerúleo), amarillo y castaño.
En cuanto al celeste que el proyecto consigna diremos que, en pos quizás de aquel "sano consenso" del que hablara el Dip. Toma en el informe que acompaña al proyecto, los dictaminantes finales optaron por una combinación final de azul celeste cerúleo que no tiene ninguna fundamentación. Igual de infundamentadas eran las opciones de celeste que daban los proyectos de Torres Molina y de Sierra Morales y de azul que daba el proyecto de Pepe. Pero nada importó.
Lo cierto es que se tomaron criterios de Torres Molina y de Sierra Morales, Lix Klett y Bussi para optar por el celeste, pero por un celeste lo suficientemente oscuro como para dejar también conforme al diputado Pepe que había propuesto el azul. Más adelante habla del Himno, cometiendo una aberración lamentable, que no encuentra antecedente en ningún país de la comunidad internacional organizada.
El artículo 12 establece que la ejecución musical del Himno "podrá ser adecuada y arreglada de acuerdo al tipo de ceremonia u ocasión festiva o artística, dependiendo de los instrumentos a utilizarse y de la inspiración del autor ejecutante; no pudiendo ser interpretado en publicidades comerciales de cualquier índole o con manifiesto agravio a su carácter de símbolo nacional. En ceremonias oficiales deberá interpretarse con arreglo a su versión tradicional". ¿Qué quiere decir todo ésto?.
Para un ceremonialista y para cualquier espíritu patriótico acendrado la sola lectura del artículo consignado precedentemente va además contra toda "lógica natura. ¿Qué quiere decir "adecuada y arreglada de acuerdo al tipo de ceremonia u ocasión festiva o artística"..."dependiendo de los instrumentos a utilizarse y de la inspiración del autor ejecutante". En primer lugar, el legislador tendría que haber tenido en cuenta que el único autor de la música del Himno es D. Blas Parera. Nadie, salvo en los hervideros de mentes afiebradas, puede pensar que el himno puede re-escribirse cada vez que se ejecuta. No puede haber "autores ejecutantes", sino que el proyecto debería decir "ejecutantes".
Pero además, debe tenerse en cuenta que un Himno no puede cambiar de acuerdo a los "instrumentos a utilizarse". El Himno es el Himno, lo ejecute la Filarmónica, se toque en un simple piano o se sople en un humilde tonete. Tampoco un Himno puede variar de acuerdo con la "inspiración" del ejecutante. ¿Quién tiene el medidor de inspiración?. ¿Cuál es el límite querido por los legisladores para la inspiración de nuestros músicos nacionales?.
Y como si todo esto fuera poco: según el proyecto la ejecución del Himno podría "adecuarse y arreglarse" de acuerdo "al tipo de ceremonia u ocasión festiva". Señoras y señores legisladores: un país civilizado -y el nuestro lo es, al menos su pueblo llano, sus intelectuales y sus profesionales- tiene siempre el mismo Himno, se toque éste en una parada militar, en una visita de estado, en una fiesta escolar, en una fiesta callejera, en un encuentro deportivo, en una fiesta de carnaval o en la actuación de una tradicional y festiva murga.
No menos contrario a toda natura es el párrafo final del artículo 12, cuando se establece que en ceremonias oficiales el Himno "deberá interpretarse con arreglo a su versión tradicional".
Entonces, ¿qué quieren los señores legisladores?, ¿que cuando no se ejecute en una ceremonia oficial el Himno pueda ser ejecutado de cualquier manera?. ¿Para qué sirve un Himno si todos los presentes no pueden cantarlo de la misma manera, como si fuesen una misma voz?. ¿De qué sirve la genialidad de un cantante o ejecutante del Himno si los presentes deben escuchar callados sin poder cantarlo porque no conocen para dónde va a disparar cada acorde de la música?.
Otro punto lamentable.
El art. 17 establece las banderas de ornato. El Proyecto establece que las banderas de ornato "tendrán el mismo diseño y colores que se describen en los arts. 2, 3 y 4, pudiendo adecuar sus medidas y proporciones a las necesidades que surjan del ámbito interior o exterior a ornamentar". Veamos qué dicen los arts. 2, 3 y 4 para entender este entuerto legislativo. El art. 2 habla del color azul-celeste y blanco. El art. 3 habla del sol que debe llevar la Bandera Nacional en el centro de la franja blanca. El art. 4 habla de la normativa IRAM aplicable para cada color. Es decir, que para el proyecto en cuestión, una bandera de ornato . . .LLEVA SOL. ¡Por Dios!. ¿Nadie consultó a un ceremonialista?. ¿Nadie pudo decir en algún momento que las banderas de ornato no llevan sol?. Si lleva sol, señores legisladores, la bandera NO ES DE ORNATO. Lo contrario sería reglamentar la bandera de ornato "contra protocolar natura".
¡Y qué decir del artículo 18, consagrado a la Escarapela Nacional!. Dicho artículo dice que la "escarapela" . . . "podrá adoptar forma de cinta vertical, horizontal, circular, moño u otras, adecuadas al uso personal". Señores legisladores: si no es circular no es escarapela en el sentido tradicional, histórico y ceremonial de la palabra. La cocarde francesa, aquella que llevaban los revolucionarios de 1789 era redonda. Las escarapelas han sido redondas. Cuales son las "otras" formas que puede adoptar la escarapela según el proyecto de ley en un artículo tan abierto: ¿perrito, gatito, caballito, galletita, cuál, por Dios, cuál?. Además, ¿cómo puede adecuarse el uso de una escarapela al "uso personal"?. ¿Qué quiere decir "uso personal"?. ¿Quizás en la medida de un poncho, de una sábana, de un cobertor, de una alfombra, de un botón?. Y nada más. El proyecto aprobado por la H. Cámara de Diputados no tiene nada más. Pero tampoco nada menos.
Como puede verse no sólo el asunto del color irrita en este proyecto. El color es sólo un ingrediente de una receta que no sacia ni llega a convencer a nadie.
Así es el proyecto tan discutido: sólo 18 artículos de fondo y dos más de forma. El Proyecto Torres Molina tenía 8 artículos. El de Pepe 1. Y el de Sierra Morales 20. Veamos un poco más el de Sierra Morales, que no era más feliz (por cierto), pero al menos despejaba algunas de las dudas protocolares clásicas.
Este proyecto avanzaba sobre los "atributos presidenciales" y consignaba algunas cuestiones de particular interés para los ceremonialistas. El art. 5 del proyecto borraba cualquier diferencia del inconsciente colectivo respecto de la bandera de guerra o de paz.
El art. 10 habla de la ubicación de la Bandera Nacional de acuerdo con las "reglas del Ceremonial".
El art. 11 establece que la bandera de ceremonia debe ser aplaudida tanto a su ingreso como a su egreso. En este último punto radica una de las más viejas luchas de quien este ensayo escribe, ya que siempre hemos aclarado -hasta el hartazgo- que el sentido del aplauso a los símbolos es el mismo sentido del aplauso de júbilo de los griegos. El art. 12 establece que la bandera puede lavarse, porque debe ser siempre exhibida "en su mejor condición de limpieza". El art. 14 establece que el Himno Nacional tendría carácter "inalterable, por lo cual se adoptará una sola canción y música". ¿Qué sano consenso, entonces, llevó a los dictaminantes finales a adoptar la postura legislativa del artículo 12 del proyecto aprobado?. ¿El "sano consenso legislativo"?.
El proyecto de Sierra Morales en sus arts. 16 a 19 establecía los atributos presidenciales argentinos. Al respecto, quien este ensayo escribe ha visto con gran beneplácito que la legisladora autora del proyecto haya adoptado en el art. 19 una terminología que hace varios años intento imponer. "Bandera de Presencia". Yo comencé a utilizar dicha expresión a mediados de los ochenta y sobre el particular, escribí un artículo publicado por la N.A.V.A. ("NAVA NEWS", Estados Unidos de América) ca. 1995 que se llamó "The Presidential Flag of Argentina". ¡Si todo el problema hubiese sido sólo el color!. Pero no fue sólo el color, fue mucho más que el color, fue la conculcación de los más elementales principios de coherencia legislativa, de respeto por los antecedentes, de estudio de historia nacional y, sobre todo, de comprensión del espíritu, del sentir y del vivir de don Manuel Belgrano.
3) El asunto del color.
Aporte de nuestro Estudio técnico sobre el aspecto cromático.En la Introducción decíamos que la segunda de las enseñanzas que nos había dejado el año 2002 era que no se podía legislar sobre Símbolos desoyendo o careciendo del asesoramiento técnico profesional de vexilólogos, heraldistas, ceremonialistas, historiadores y demás especialistas en materia de estudios cromáticos. Para abonar tal afirmación, habremos de referirnos a algunos aspectos que, sobre el tema particular de la cuestión cromática, hemos presentado a la Comisión de Legislación General del H. Senado de la Nación. ¿Por qué el celeste del proyecto final dio más cerca del azul que del celeste histórico?.
Del Estudio de referencia queda claro que a comienzos del año 1971, el Presidente de la Junta de Sistematización del Material de las Fuerzas Armadas, dependiente del Ministerio de Defensa, solicitó a los Comandantes en Jefe de las tres Fuerzas Armadas una investigación que permitiese determinar los colores de la Bandera Nacional.
La misma fue derivada a los responsables de estudios históricos de cada Fuerza, los que elevaron sus conclusiones por separado, coincidiendo todas en proponer el "azul-celeste" para nuestra Bandera Nacional. Posteriormente, dichos informes fueron derivados a la Academia Nacional de Bellas Artes, al entender que era el organismo adecuado para determinar la composición de los matices sugeridos.
No sabemos por qué el tema fue derivado a la Academia Nacional de Bellas Artes. De hecho, no éramos muy grandes en aquel entonces como para saberlo. Pero lo cierto es que dicha actitud ha sido coherente con la inclinación histórica por convertir a la confección, elección y oficialización de cualquier bandera en un concurso de manchas.
Nuestro informe aclara que el azul celeste propuesto correspondía al azul cerúleo, y había sido establecido primero por una escala cromática, la del sistema OSTWALD. A juicio de los Departamentos de Estudios Históricos de cada Fuerza Armada, el azul cerúleo es el color del cielo de Buenos Aires cuando está despejado, y coincide también con el que aparece en la banda de la Orden de Carlos III de los reyes borbónicos de España.
Tampoco sabremos nunca exactamente qué quiere decir "... el color del cielo de Buenos Aires cuando está despejado...". Dicha expresión es técnicamente un amorfo. El color celeste del cielo despejado no es el mismo que se hallaba sobre las riberas del río Paraná en 1812, ni el que se hallaba sobre los techos de Buenos Aires en tiempos de su incipiente revolución industrial, ni el que se halla sobre nuestros rascacielos en las actuales épocas de polución y de chimeneas industriales.
En el Estudio presentado ante el H. Senado de la Nación hemos dejado en claro que, cuando finalmente el 28 de julio de 1972 la Academia Nacional de Bellas Artes presentó el dictamen que se le había solicitado, optó por un criterio eminentemente plástico pero no vexilológico, heráldico o histórico.
En efecto, dicho dictamen asociaba el color celeste que el Congreso de Tucumán aprobó para la Bandera Nacional el 20 de julio de 1816 al de la banda de la Orden de Carlos III, pero tal como aparece en los retratos que hizo Goya sobre la Familia Real española. También lo asoció al color de los cuadros del pintor viajero Emeric Essex Vidal, que retrató en varias oportunidades ciudad y las costas de Buenos Aires en tiempo real.
El dictamen de la Academia y los dictámenes de los institutos de estudios históricos de cada Fuerza Armada fueron coincidentes en el mismo sentido, pero nada dijeron acerca de cómo era finalmente "el cielo de Buenos Aires en los días despejados". El dictamen establecía la tonalidad del celeste de acuerdo con el sistema OSTWALD, por lo que luego el Ministerio de Defensa dió intervención al IRAM para que, de acuerdo con su carta de colores, asignara valor a los colores finales para la reproducción del símbolo.
El IRAM estableció la valoración siguiente: Para el celeste, AZUL CERÚLEO: 08-1-055 (brillante) Para el celeste, AZUL CERÚLEO: 08-3-055 (mate) Para el amarillo: AMARILLO: 05-1-030 (brillante) Para el amarillo: AMARILLO: 05-3-030 (mate). Es precisamente la primera de las normativas para celeste consignadas en este dictamen del IRAM la que fue utilizada para el dictamen conjunto de Comisiones que fue aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación y que luego con media sanción fue girado al H. Senado. En efecto, El proyecto consignado en el Orden del Día 3406 consigna para el celeste, la definición de "azul-celeste cerúleo" IRAM 08-01-055. Y esa, es una tonalidad de celeste en extremo obscura. En tal sentido, también se pronunció en su momento Osvaldo M. Helman, en su análisis de los símbolos argentinos y americanos (octubre, 1989).
En el Estudio presentado al H. Senado hemos consignado que lo que en el proyecto aprobado por la H. Cámara de Diputados figura como "azul celeste cerúleo", sin que apareciese su fundamentación histórica, es realmente el "azul cerúleo" que en la década del setenta intentó, sin éxito, quedar como matiz de azul para nuestra Bandera.
Más tarde, hacia 1980, el dictamen producido por la Academia Nacional de Bellas Artes y las tres Fuerzas Armadas fue convertido en proyecto de ley y elevado al Poder Ejecutivo por iniciativa de los ministros de Defensa y del Interior de aquél entonces.
En dicho proyecto se consignaba la codificación OSTWALD para las disposiciones cromáticas pero el proyecto no prosperó. Es decir, que para nosotros es claro que el proyecto que hoy duerme el sueño de los injustos en la H. Cámara de Senadores de la Nación, no hizo más que cobijarse al abrigo de un informe que pareció más "serio", "técnico" e "inobjetable", es decir, un informe producido hace 30 años por militares y académicos de las Bellas Artes, y no por especialistas de la Vexilología, la Heráldica o el Ceremonial como debería haber sido. Eso sí, la especificación del color fue tomada de dicho dictamen, pero en los antecedentes no fueron consignados tales orígenes. ¿Pudor quizás?. ¡Quién lo sabe!.
Entonces: ¿cuáles han sido los antecedentes sobre los que fueron fundamentados cada uno de los proyectos de ley originarios que dieron origen al proyecto de ley definitivo?. Este es un dato curioso, y no menor (por cierto); sobre todo porque tales antecedentes no fueron jamás consignados en la versión pública del Orden del Día 3406. En el Estudio presentado ante el H. Senado de la Nación por nuestra Dirección General el 27 de noviembre de 2002, fue consignado que la fundamentación del Proyecto de Torres Molina principia con la mención del Decreto 858/99, el cual -a su vez- se refería al Decreto 10.302/44, que es el que estableció los patrones de los Símbolos Nacionales. Sugiere luego derogar el Decreto de 1999 basándose para ello en la falta de determinación exacta de las proporciones de la Bandera.
La fundamentación continúa con una serie de citas de hechos históricos, como los que se enumeran a continuación: el General Belgrano y los conceptos con que acompañó la creación de la Bandera en 1812, la descripción que hizo el Triunvirato de la escarapela, que había sido establecida nueve días antes que la enseña patria, y a la que define como "blanca y azul celeste". También consigna el Congreso de Tucumán cuando el 25 de julio de 1816, a través del proyecto de Chorroarín, menciona el "blanco y el azul" para la Bandera ("en el modo y forma hasta ahora acostumbrada").
Del mismo modo, propone como distintivo de la bandera de guerra un sol pintado en el medio de ella. Hay referencias sobre el azul y el celeste, a través de distintas fuentes históricas. Menciona luego el Decreto 943 del 9 de agosto de 1895, que estableció el azul-celeste y blanco, el Decreto del 24 de marzo de 1907, que sancionó el celeste y blanco para la bandera, y el Decreto 10.302/44, que recogió dichos datos. Hace concordar estas informaciones con el cuadro del General Belgrano, pintado en 1815 por Carbonier, donde aparecer la Bandera celeste y blanca pintada "... con esos colores por indicación de Belgrano".
La fundamentación asegura luego que "...nuestra bandera es celeste y no azul, y toda referencia al azul, que puede encontrarse en documentos históricos, está referida al color y no al tono que es el celeste" (página 533). Vuelve luego sobre el Decreto 858/99, cuyo pedido de derogación es reiterado en distintos momentos, y menciona que estableció un tipo determinado de tela, siempre para el celeste y blanco; dice que en su propia propuesta establece colores y proporciones de la bandera, eliminando las dos que aún subsisten, la "bandera oficial" o "bandera mayor" o "de guerra", con sol y la que no lleva emblema. Menciona la ley 23.208 que autorizó a los particulares a usar la bandera con sol, lo que estaba expresamente prohibido hasta 1985 y propone en consecuencia como única bandera de la Nación la que lleva sol, al no existir más las razones que motivaron los dos tipos distintos de pabellones.
A esta altura de la exposición de su proyecto, Torres Molina menciona el aporte del capitán Jorge A. Messmer para el tema de los colores y proporciones de la bandera. Diferencia su proyecto del Decreto de 1999 en cuanto al reemplazo de las banderas que no cumpliesen con la norma: para este último el 20 de junio del año siguiente a la publicación del Decreto era la fecha máxima para el reemplazo de las banderas que no respetaban la norma propuesta, en tanto en el de Torres Molina se contempla el desgaste natural como causa de su cambio.
Sigue haciendo hincapié en el Decreto de 1999 al mencionar las diferentes proporciones que mantenía como vigentes, mientras que su propio proyecto acude a la proporción 1:1,6 basada, según expresa, en antecedentes históricos y en la legislación de otros países, aunque sin entrar en mayores especificaciones.
Termina mencionando las normas IRAM para los colores.Del mismo modo, y en el mismo Estudio fueron consignados los fundamentos del Proyecto del diputado Pepe. He aquí cuáles han sido: En primer término menciona a Rivadavia, quien en 1813 y en nombre del Triunvirato, al saber a través del Gobernador Pico de Jujuy sobre la bendición de una bandera azul y blanca hecha en aquella provincia por Belgrano, citó a la Soberana Asamblea como la autoridad que debía ser consultada para avalar ese proceder. Dice que la Asamblea aprobó todos los símbolos nacionales: el escudo, la bandera, el himno, la moneda, el sello oficial y la banda del Director (por supuesto aquí hacemos la salvedad de que la Asamblea aprobó el sello y no el escudo...). Hace mención luego a diversas fuentes históricas que se refieren al empleo del azul y blanco para nuestra bandera, e incluyen el siguiente listado: La Convención Provincial de Entre Ríos (año 1821); la banda del Director Supremo (establecida por la Asamblea de 1813); el Segundo Congreso Constituyente de Tucumán (1816) para el cual menciona al diputado Gajeón (presumimos que se trata de Gascón); el Congreso Constituyente reunido luego en la ciudad de Buenos Aires (1819); el proyecto de Chorroarín para la bandera de guerra (1818); la banda de Director Supremo con el sol (1818) y finaliza reproduciendo conceptos de Juan Bautista Alberdi. Sigue luego la enumeración de países americanos que tienen color azul, tales como Venezuela, cuando en 1811 creó la bandera de la Gran Colombia; Las Provincias Unidas de Centroamérica, en 1823: el primer Pabellón de Bolivia, en 1825.
A esta altura de su exposición trae como referencia el Decreto 10.302/44, pero no lo hace en cuanto a la adopción del celeste y blanco que estableció para la Bandera la norma de marras, sino expresando que un decreto no puede establecer características de símbolos nacionales, ya que dicha acción es facultativa únicamente del Poder Legislativo.
He aquí un curioso manejo de las fuentes, soslayando lo que hace a la esencia del Decreto, que es establecer el celeste y blanco para la Bandera, lo que se contrapone a lo sustentado por el mismo Dip. Pepe en su proyecto. Luego continúa con una enumeración de los escudos de ciudades sudamericanas que tienen los colores del nacional, algunos ejemplos de la utilización de los colores azul, amarillo y rojo y, en general, con el uso del azul y blanco en toda América. En efecto, aparecen como ejemplos los siguientes: Caracas (1797), la bandera de Miranda (1806), el estandarte del cura Hidalgo en México (1810), el de fray Morelos en 1811.
Trae como referencia a Bartolomé Mitre cuando, en su "Historia de Belgrano", se refiere al azul y blanco, pero no menciona que, posteriormente a esa época, Mitre volcó su postura hacia el azul-celeste. Aparece como fuente histórica que apoya su postura por el azul la representación de una comedia sobre América en el Teatro de la Ranchería, en 1812, en la que se describía una nueva bandera "azul y blanca".
Cita nuevamente al gobernador de Jujuy, Pico, quien en el año 1813, informó a las autoridades de Buenos Aires con respecto al paseo de una bandera en reemplazo del Pendón Real, la describe como "azul y blanca". Menciona el pronunciamiento de la Academia Nacional de la Historia, que en 1958, al pronunciarse sobre las banderas de Macha, que son descriptas como de color "...azul, blanco y azul... y blanco, azul y blanco".
En 1817, dice, nace la bandera de los Andes, de San Martín en Mendoza, y cita al general Espejo, quien la describió como "azul y blanca". Cabe señalar aquí que el mismo Mitre tuvo una larga polémica con el general Espejo, traducida en los artículos periodísticos que reproducían sus cartas, y en la que le criticaba no recordar los colores de la bandera del Ejército de los Andes, que no era azul. Cita Pepe a la Academia Nacional de la Historia, en relación a un dictamen sobre el cuadro de la batalla de Maipú de 1856, en el que se ve una bandera de dos franjas, azul y blanca, igual que en el cuadro de Rugendas de 1843.
Menciona la bandera que llevó el Almirante Brown en Guayaquil (1817), la del Combate de los Pozos (1816), el código de señales de la Escuadra de las Provincias Unidas de Sudamérica (1814), la bandera azul y blanca de Guayaquil (1821), lo que denomina como "batalla" de Obligado (tradicionalmente citado "combate de la Vuelta de Obligado") de 1845. Cita luego variantes "regionales" con el rojo: el Paraguay de Francia, Chile (en 1818), Artigas en el Uruguay (1815), la Liga del Litoral (1815/1821), Estanislao López en Santa Fe (1831). Termina la fundamentación del Proyecto Pepe con la cita de los autores tomados como referencias bibliográficas.
Este proyecto no indica, como los otros dos, si contó con el asesoramiento de algún especialista, ya sea en temas de vexilología como en el manejo de las fuentes históricas. No aparecen en este Proyecto, como en los otros mencionados, una mejor descripción del color propuesto, la conocemos por artículos periodísticos en los que el diputado Pepe alude al sistema OSTWALD de cartas de colores. El Estudio continúa consignando los antecedentes que fundamentaron el Proyecto de la diputada Delia Pinchetti de Sierra Morales, quien fuera acompañada por los diputados Roberto Ignacio Lix Klett y Ricardo Argentino Bussi. Se consigna en el Estudio presentado que los fundamentos comienzan haciendo historia acerca de la Bandera oficial de España, aprobada por el rey Carlos III luego de un concurso público mediante el cual se sustituyó la bandera blanca de los Borbones (que no se distinguía en alta mar) por la amarilla y roja que se mantiene hasta hoy en día. Los autores concurren en tecnicismos heráldicos y los aplican de manera inconstante e irregular. En el texto descriptivo se mezclan términos de la Heráldica con otros más cotidianos. En efecto, por ejemplo, incurren en la incorrección de decir roja y gualda, y no roja y amarilla, o gules y gualda, que sería lo heráldicamente correcto. Menciona luego el proyecto que, en 1806, la Corona distinguió al Regimiento de Patricios por su actuación frente a la invasión inglesa concediéndole una bandera de honor, aspada, con el escudo de la ciudad de Buenos Aires en cada extremo, que figura ya en color (con el cielo celeste). Vale destacar que esta bandera es la primera en la cual aparece el escudo de la Ciudad de Buenos Aires como símbolo. Señalan que desde 1810 en adelante, al ser nombrado Belgrano al frente de los Patricios y advertir en 1811 el uso de una misma escarapela entre los patriotas y realistas, pide al Triunvirato que defina una que evite la confusión entre las distintas fuerzas.
Así surgió, consigna el proyecto, en 18 de febrero de dicho año, la aprobación de la escarapela nacional. Los autores también mencionan el origen borbónico de los colores escogidos por Belgrano (Real Orden de Carlos III).
Respecto del diseño original de nuestra Bandera Nacional, citan el diseño utilizado por el General San Martín para la Bandera del Ejército Libertador de los Andes. Terminan los fundamentos con otras referencias históricas de la bandera, que incluyen el hallazgo de la Bandera de Macha, el Congreso de Tucumán de 1816, la propuesta del diputado Gascón sobre una bandera para los ejércitos, buques y fortalezas. Luego cita también el antecedente de 1818 y otros tantos más para fundamentar la tonalidad celeste de la Bandera Nacional.
Como párrafo que merece cierto destaque dentro de la fundamentación general, podemos citar el que consigna el Estudio presentado por nuestra Dirección General en el punto II, "Denominación del Pabellón". En efecto, dicho párrafo resalta que los autores del proyecto manifiestan no estar de acuerdo con el término "bandera oficial de la Nación", porque la ley 23.208 dispuso una única bandera, al autorizar a los particulares a usar la que lleva el sol, si bien en su texto continuó empleando lo de "bandera oficial de la Nación". Dicha contradicción, que no ha sido ni la primera ni la última, ni en este proyecto ni en los anteriormente analizados, no ha obstado para que los autores continúen largamente fundamentando su proyecto haciendo mención varias veces la expresión "bandera oficial de la Nación" y otras "bandera nacional argentina".
También propiciaron que tanto al escudo como al himno se los denominase con la expresión completa de escudo "argentino" e himno "argentino".
4) Opinología vexilológica.
También en la Introducción de este breve ensayo testimonial decíamos que otra de las enseñanzas que debíamos obtener del 2002 era que no puede volver a permitirse ni a soportarse la oleada de ciertos opinólogos que, sin ningún sustento técnico y práctico, compitieron y compartieron estrados con los verdaderos especialistas, haciendo de la Opinología Vexilológica una nueva vertiente de la aventura académica.
Quien esto escribe se ha negado sistemática y reiteradamente a participar en paneles de opinología vexilológica junto con opinólogos vexilológicos sin ninguna trayectoria académica o profesional. Si bien a la edad que tenemos ya nada puede sorprendernos, no menos cierto es que durante el año 2002 no pudimos perder nuestra más elemental capacidad de asombro por las múltiples aventuras vexilológicas que hemos presenciado o de las cuales hemos sido avisados y alertados por información de muchos colegas serios y profesionales.
Es cierto que la Vexilología es una disciplina relativamente reciente, producto de la inquietud profesional y vocacional de un colega y maestro de quien ésto escribe, el Dr. Whitney Smith, quien a mediados de los cincuenta compendió y sistematizó todos los conocimientos vexilológicos existentes hasta esa fecha.
También es cierto que la Vexilología es (o al menos debe terminar siendo) una disciplina profesionalizada y altamente tecnificada que debe ser enseñada y perfeccionada en ámbitos e instituciones académicas del más alto nivel, tanto públicas como privadas.Recuerdo todavía las primeras experiencias como vexilólogo capacitador en Vexilología, tanto en la Fundación CIDEC, iniciadas en marzo de 1990 como en el Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP), iniciadas en abril de 1991.
Fueron experiencias altamente significativas que abrieron el camino a las profundizaciones técnicas y académicas que encaramos luego y que se prolongaron a través de todos los años que transcurrieron desde entonces de manera creciente. De tales primeras experiencias informábamos ya a la comunidad vexilológica internacional a través de un artículo que titulamos "Teaching Vexillology in Argentina" (in "N.A.V.A. NEWS", N.A.V.A., may/june, 1993, page 3).
También podemos recordar que fuimos de los primeros en proclamar nacional e internacionalmente la necesidad de contar de manera creciente con estudios más tecnificados de Vexilología y de reglamentaciones vexilológicas normativas, cuando el suscrito participó como primer delegado argentino asistente a un Congreso Internacional de Vexilología, organizado por la Federación Internacional de Asociaciones Vexilológicas (FIAV), en Varsovia -Polonia- en 1995. El informe que presentábamos entonces a la comunidad vexilológica internacional en el Salón de Convenciones del Palacio de la Ciencia y la Cultura, tenía por título el siguiente: "Bases et propositions pour le progrès de la Véxillologie et l´organisation de la Communauté Véxillologique Internationale".
Decíamos entonces y lo sostenemos todavía, que para profesionalizar a la Vexilología y alejarla de los aventureros académicos y de los opinólogos de ocasión, debíamos tener en cuenta una serie de precisiones que, ya desde entonces, nos parecían evidentes.
En primer lugar, debemos profesionalizar a la Vexilología porque esta última es una disciplina técnica autónoma, y no una disciplina auxiliar de la Historia, tal como se la viene -por lo general- considerando. En efecto, decíamos en nuestra presentación al Congreso Internacional de la F.I.A.V. que : "Nosotros -en tanto que vexilólogos- debemos reconocer y difundir el carácter autónomo de la Vexilología; es decir, que la Vexilología no es una ciencia auxiliar de la Historia. La nuestra, mis queridos colegas, es una ciencia salida de la Historia, pero que ha terminado yendo más allá de la Historia, para establecer principios y reglas técnicas y protocolares para el presente y para el futuro. La Vexilología es -evidentemente- una ciencia actual, vigorosa, en perpetua evolución, tal como lo es el mundo en el cual vivimos. Es decir, que la nuestra no es una ciencia del pasado. Por el contrario, la Vexilología es una ciencia tributaria de la Historia. Es evidente que el objeto de nuestra ciencia es de aportar una porción de los ingredientes cotidianos que serán parte de la historia de nuestra Cultura. Hay muchas acciones vexilológicas cuyo carácter es absolutamente cotidiano: el saludo matinal de los escolares a la bandera nacional, izar y arriar la bandera en las escuelas, los edificios públicos, las embajadas y los cuarteles militares, la ubicación de las banderas en nuestros despachos y la elección de un lugar de honor para la bandera nacional sobre el estrado de una ceremonia oficial, la ubicación de una bandera sobre un automóvil oficial, etc.. Las controversias suscitadas por los objetores de conciencia y de religión son, hoy en día, acciones vexilológicas prácticamente cotidianas. En virtud de su importancia social y cultural, dichas acciones y otras tantas, no pueden ser abandonadas al "laisseferismo vexilológico", y todos los vexilólogos y sus conciudadanos deben conocer todas las reglas técnicas y protocolares que gobiernan la realización de tales acciones. Es decir, que sólo reconociendo el carácter autónomo y la utilidad cotidiana de nuestra disciplina, nosotros podremos desarrollar una Vexilología dinámica, una Vexilología eficaz, perdurable y general. En fin, sin descuidar los elementos de explicación que ofrece el estudio del pasado, demos poner el acento sobre la realidad vexilológica contemporánea, a fin de programar y de proteger el futuro de la Simbología de los estados. La programación y la protección de nuestras banderas deben ser convertidas en una cuestión de estado, en una cuestión pública de interés nacional prioritario, cuya necesidad e importancia no pueden sino consolidarse -cada día más- en los años por venir." Otra de las acciones que deberían encararse de manera inmediata para evitar la proliferación de los opinólogos vexilológicos sin preparación o actuación profesional en la materia, también ya la expresábamos en nuestra presentación de Varsovia. En efecto, entonces ya decíamos que muchos de los problemas en tal sentido se venían produciendo provenían de que muchos vexilólogos profesionales desean mantenerse asépticos, incontaminados de los demás colegas profesionales de otras disciplinas. De este modo, al no unirse todos los profesionales serios y tecnificados, se dejaba lugar a los aventureros y a los opinólogos de ocasión que tanto mal le hacían no sólo a la Vexilología, sino además a todas las demás disciplinas conexas. E
n nuestro informe de Varsovia decíamos, con absoluta claridad que "Otra de las controversias epistemológicas que conspiran contra el desarrollo y la difusión de la Vexilología es la diferenciación que suele hacerse entre instituciones de investigación, capacitación, difusión e intercambio puramente vexilológicas, e instituciones que, aunque se dedican a la investigación, a la capacitación, a la difusión y al intercambio en materia de Vexilología, no son instituciones exclusivamente vexilológicas. Esta controversia se funda, básicamente, en los diferentes puntos de vista que se adoptan para medir la fortaleza de los lazos y de la necesidad existencia mutua entre la Vexilología y las demás Ciencias Tradicionales. Sobre este tema en particular los vexilólogos debemos comprender y convencernos de que todos nosotros, absolutamente todos nosotros, sin importar cuál es la disciplina tradicional a la que nos dedicamos con mayor intensidad, somos miembros de una misma familia: la antigua y abarcativa familia de las Ciencias Emblemáticas. Nosotros, en tanto vexilólogos, pero fundamentalmente hombres de la Cultura de nuestros respectivos países, debemos reconocer que esta antigua y abarcativa familia de las Ciencias Emblemáticas incluye a todas las Ciencias Tradicionales en un mismo grado de igualdad, porque ninguna de las Ciencias Emblemáticas puede existir sin la asistencia permanente de las otras. Muchos vexilólogos han escrito acerca de esta relación familiar entre las Ciencias Tradicionales Emblemáticas; y no pocos de ellos han escrito artículos y ensayos en los que trataron temáticas interdisciplinarias o analizando la comunión operativa y epistemológica entre la Vexilología, la Heráldica, el Protocolo, la Phalerística, la Numismática y la Sigilografía. Asimismo, para reforzar la creencia en la necesidad de no discriminar las instituciones vexilológicas de aquéllas que no lo son, podemos recordar que en el último Congreso Internacional de Vexilología, que tuvo lugar en la ciudad de Zürich, , no pocos delegados de la Asamblea de la F.I.A.V. expresaron su desagrado por cualquier separación entre Vexilología y las disciplinas relacionadas, es decir de lo que llamamos Ciencias Emblemáticas. Respecto de aquellas expresiones de desagrado, podemos recordar que el Secretario General de la F.I.A.V. puso en evidencia y criticó el arbitrario método con el que son clasificadas las instituciones miembros de la F.I.A.V.. En aquella oportunidad, el Secretario General destacó la necesidad de contar con una sola categoría de miembros, para no incurrir en injusticias y continuas disputas. También podemos recordar la reacción de desagrado que expresó nuestro destacado colega Dr. Günther Mattern cuando, en su primera sesión de incorporación, la Asamblea General de la F.I.A.V. rechazó la incorporación como miembro de pleno derecho de la antigua y prestigiosa HERALDISCHER VEREIN ZUM KLEEBLATT, una institución que realizó durante más de cien años importantes publicaciones y contribuciones científicas, no sólo en materia de Heráldica -su objeto primario-, sino además en materia de Vexilología. Fue precisamente nuestro colega Dr. Günther Mattern quien subrayó enfáticamente la necesidad de considerar a la Vexilología y a la Heráldica como ciencias complementarias. Otro de los destacados vexilólogos que se pronunció por la necesidad de terminar con toda controversia fue nuestro colega Roman Klimes, quien en el mismo Congreso Internacional expresó su convicción acerca de que no hay ninguna separación entre -por ejemplo- Vexilología y Heráldica. Del mismo modo, también podemos tomar en consideración que muchos de nuestros más ilustres colegas no han agotado su actividad científica en la Vexilología. No podemos dejar de mencionar aquí que uno de los más grandes vexilólogos de nuestra época, fue también uno de los más grandes heraldistas de todos los tiempos: nuestro recordado Maestro, el Dr. Ottfried Neubecker. Debemos tener en cuenta que los más importantes libros vexilológicos, contienen también numerosas referencias a la Heráldica, el Protocolo Vexilológico, la Phalerística, la Sigilografía y la Numismática. Por ejemplo, el libro "FLAG" de William Crampton contiene numerosas referencias e ilustraciones de escudos, sellos y símbolos, y además un capítulo especialmente dedicado a los escudos de armas, es decir, a la Heráldica. También el libro "ARMOIRIES ET DRAPEAUX DE LA SUISSE" de Louis Mühlemann contiene numerosas referencias a sellos y escudos. Y en lo que a mi especialidad primaria se refiere, es decir el Protocolo, no puedo dejar de destacar aquí que el libro "FAHNEN UND IHRE SYMBOLE" escrito por Peter Mäder y Günther Mattern, no sólo contiene numerosas referencias a escudos, sellos y monedas, sino además un capítulo especialmente dedicado al uso de la banderas de la Confederación Helvética y que sus autores titulan "Fahnen und Flaggen und ihre korrekte Verwendung". Por último, no podemos dejar de mencionar aquí que uno de los más importantes libros vexilológicos, utilizado como obra de consulta en todos nuestros países y como referencia obligatoria al momento de dictaminar o enseñar algún aspecto de la Vexilología: "FLAGS THROUGH THE AGES AND ACROSS THE WORLD" escrito por nuestro Fundador el Dr. Whitney Smith, contiene un capítulo especialmente dedicado al Protocolo Vexilológico o "Flag Etiquette". En este capítulo, que se titula "Customs and Etiquette", el Dr. Smith expone con absoluta claridad que la aparición del Protocolo Vexilológico es tan antigua como la aparición de la propia Vexilología, y que el ingrediente protocolar es tan importante como cualquiera de los demás ingredientes de la Vexilología." Y recuerdo que, fuimos contundentes en Varsovia, expresando con absoluta claridad que :" En definitiva, ninguno de nosotros considera posible la existencia de una Simbología Estatal sin bandera o sin escudo, de una Sigilografía sin Heráldica, de una Heráldica sin una Vexilología y de una Phalerística sin Numismática. Tampoco podemos considerar posible la existencia de un símbolo, de una bandera, de un escudo o de una medalla sin las correspondientes reglas de respeto social que conforman el Protocolo. Y esto es así, porque ninguna bandera o escudo es puramente símbolo de una comunidad si esa comunidad no siente el general respeto hacia ellos; y ese respeto sólo se mantiene a través del tiempo gracias a ciertas formalidades, expresadas por ceremonias, que cada comunidad establece para preservar a sus símbolos de los ataques de los inadaptados o de su degradación semiótica o emblemática.
En suma, la única manera de fortalecer a nuestra profesión y a la Federación que nos reúne, es eliminar toda distinción entre vexilólogos puros y vexilólogos impuros, ya que manteniendo diferencias entre nosotros, sólo lograremos apartar del camino de la Vexilología a muchos de aquellos colegas heraldistas, ceremonialistas, numismáticos e historiadores.
Si las diferencias se mantienen, muchos colegas y muchas instituciones deberán abandonar la Vexilología.
En consecuencia, todo el trabajo de investigación, estudio, recopilación, capacitación e intercambio que esos colegas e instituciones han realizado para el desarrollo de la Vexilología habrá sido en vano. Debemos tener en cuenta que los desterrados no serán los únicos perjudicados.
También la Vexilología será perjudicada por la pérdida de muchos de sus profesionales más activos. Un viejo axioma de nuestra Cultura asegura que la unión hace la fuerza.
Nosotros, los vexilólogos, que tanto hemos sufrido los perjuicios del menosprecio cultural durante tantos años, debemos entender más que nadie que sólo una Comunidad Emblemática que estudia y trabaja unida podrá fortalecer a todas y a cada una de las disciplinas que componen dicha Comunidad.. El destierro es el peor de los castigos que un hombre puede sufrir. Pero el destierro intelectual es una herida letal en el espíritu sensible de un hombre de la Cultura."
Y otra cosa fundamental. Debemos apartar a los opinólogos de ocasión y a los falsos vexilólogos. Nosotros sabemos y ellos también lo saben bien, que muchos de dichos opinólogos se hicieron específicamente "vexilólogos" a partir de cuando nos pidieron -y desgraciadamente les dimos- material que poseíamos muchos de los vexilólogos y ceremonialistas serios. Dejando bien en claro las diferencias que existen entre ellos y nosotros, y sobre todo, entre aquellas instituciones y organismos que se dedican efectivamente a la Vexilología y aquellas instituciones y organismos que sólo son un sello de goma o escuelitas genéricas que sólo aparecen de tanto en tanto dedicando alguna actividad a la Vexilología con el sólo objeto de "parecer vexilológicas" o simplemente para juntar algo de dinero.
Es decir, ya en Varsovia dejábamos terminantemente en claro que había que llevar a cabo una permanente distinción entre "Acción Vexilológica" y "Declamación Vexilológica".
En efecto, fuimos contundentes : "Otro de los caminos que debemos seguir para poner fin a la discriminación entre instituciones puramente vexilológicas e instituciones que no se dedican exclusivamente a la Vexilología, es establecer con absoluta claridad la única diferencias que debemos tener en cuenta para analizar la contextura académica y la influencia cultural de nuestras instituciones: la diferencia entre "acción vexilológica" y "declamación vexilológica". Nosotros, los vexilólogos, la tristeza de ser muchas veces injustamente considerados como profesionales de una ciencia menor, debemos tener en cuenta que toda discriminación intelectual es dolorosa; más aún, cuando nosotros trabajamos con los mismos métodos y con la misma seriedad de aquellos profesionales que se dedican al estudio, la enseñanza y la investigación de las disciplinas socialmente consideradas como mayores. Entonces, nosotros los vexilólogos, heraldistas, ceremonialistas y demás estudiosos de las Ciencias Tradicionales Emblemáticas, debemos poner el énfasis en los "resultados académicos" y no solamente en las "declaraciones constitucionales" de las organizaciones culturales. El conocimiento bíblicamente consagrado, es decir el conocimiento por los frutos, debe ser para nosotros el modo fundamental de conocer. Nunca más bellas declamaciones vexilológicas, mis amigos. Sólo los "hechos vexilológicos" (las acciones vexilológicas) son las que cuentan".
5) Incidencias económicas e imposibilidades prácticas de la reforma simbológica.
La última cuestión que planteábamos en la Introducción del presente artículo como tema a desarrollar, era acerca de otra de las enseñanzas que nos había dejado el 2002: que no se puede legislar ni opinar sobre la reglamentación del Símbolos Nacionales sin tener en cuenta las incidencias económicas y las imposibilidades prácticas. En efecto, la reforma o el establecimiento de Símbolos Nacionales no puede ser analizada desde la teoría o sólo atendiendo a los antecedentes históricos o estudios cromáticos.
La reforma o establecimiento de Símbolos Nacionales tienen una vertiente absolutamente práctica, ya que traen consecuencias económicas en la vida real y cotidiana de las instituciones y los gobiernos.
De esa forma se expresó quien ésto escribe en el transcurso de su ponencia presentada al plenario de las 1ras. Jornadas Interdisciplinarias de Actualización y Prácticas Innovadoras en Gestión de Ceremonial, Relaciones Institucionales y Comunicación Organizacional, que llevamos a cabo a través del Foro Permanente de Funcionarios de Ceremonial de la Ciudad de Buenos Aires, cuya Mesa Directiva integramos, y que se desarrollaron en nuestra ciudad los días 5 y 6 de septiembre de 2002.
Cuando alguien se propone reformar o reglamentar Símbolos Patrios, debe tener en cuenta no sólo que debe redactar una norma que sea correcta desde el punto de vista legal, histórico y técnico, sino además, que la nueva norma traerá como consecuencia la puesta en marcha de ciertos mecanismos de remoción de los símbolos contrapuestos a la nueva norma, la sustitución por los nuevos, la compra de las telas y demás materiales para su confección, y si no se confeccionan en el propio ámbito que debe sustituirlos, debe tenerse en cuenta la compra de los símbolos manufacturados por terceros a precios de mercado, y un largo etcétera.
Es decir, que cuando alguien desea reformar o reglamentar Símbolos Patrios, debe tener también en cuenta la cantidad de símbolos a reemplazar, la cantidad y costo de horas-hombre a emplearse y el costo final del conjunto simbológico que debe reemplazarse.
Los autores de los proyectos en estudio, los diputados de las tres comisiones que redactaron el proyecto final con media sanción y una gran cantidad de los opinólogos vexilológicos: ¿se han puesto a pensar en ello?, ¿han calculado los costos?, ¿han estimado el valor total de las horas-hombre del operativo?. Obviamente no. No lo han pensado. No lo han calculado. No han estimado nada.
¿Y saben los lectores por qué?. Ciertamente, porque no lo saben, porque muchos han sido sólo teóricos sin conocimiento cotidiano de las problemáticas de cantidades y costos de conservación, fabricación, reposición y colocación de símbolos, ya que muchos disertaron tras sólo haber leído un libro de Vexilología o tras haber leído y reformado de manera furtiva las fotocopias de los apuntes de clase de los cursos y seminarios a los que previamente asistieron.
Quien ésto escribe no sólo lleva muchos años investigando, enseñando y representando a la Vexilología argentina, sino además, sino además, desde hace varios años, tiene a su cargo la Dirección General de jurisdicción vexilológica dentro del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En efecto, dentro de la Dirección General a nuestro cargo se encuentra la Dirección de Planeamiento y Producción, área dentro de cuyas misiones y funciones se encuentra la investigación vexilológica, la confección, la conservación, la reposición y las exposiciones de los Símbolos Nacionales, Provinciales y Originarios de nuestro país.
Debido a ello, hemos logrado obtener un conocimiento empírico profundo, no sólo de la problemática vexilológica de nuestro país, sino además, de las cantidades y los costos que entrañaría una reforma como la que se había pretendido.
Quienes escucharon nuestra ponencia en las 1ras. Jornadas Interdisciplinarias del Foro Permanente, recordarán que hablamos de las cantidades y los costos de una posible reforma y de las acciones concretas de difusión vexilológica y de reafirmación patriótica que nos encontrábamos llevando a cabo.
Decíamos entonces que habíamos realizado (además de la presentación del Estudio ya varias veces citado) una profunda contabilización de los costos y las cantidades que, la pretendida reforma simbológica iba a significar únicamente para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cantidades que debían multiplicarse por la cantidad de distritos provinciales de nuestro país.
Decíamos entonces que calculándose todas las banderas de la enseñanza inicial, primaria, secundaria, terciaria y universitaria, como asimismo, las banderas del Gobierno de la Ciudad, considerando los Tres Poderes, los mástiles de plazas, el embanderamiento callejero y el stock de banderas argentinas que debían ser cambiadas por nuestra Dirección de Planeamiento y Producción, la cantidad ascendía a 5.635 unidades.
Sí, tal cual se lee: 5.635 banderas eran las que debían cambiarse luego de la pretendida reforma simbológica que nos amenazaba.¿Y sabe el lector a cuánto dinero asciende semejante operación de recambio de tal cantidad de banderas?: $ 1.480.500.-
Es decir, a un monto que equivale al valor total de las donaciones de útiles escolares, medicamentos e insumos hospitalarios que nuestra Ciudad de Buenos Aires ha recibido de París (dos envíos), Barcelona, Israel, San Pablo, Ginebra, México D.F., Turín y Berlín.
Esa suma en mayor o menor proporción, debería haberse multiplicado por la cantidad de distritos provinciales. ¿Estaba -o todavía está- nuestro país en posibilidades de gastar semejante suma para cambiar una bandera de color por el simple y unilateral decisorio cromático de los dictaminantes legislativos?. ¿Era o es momento todavía?.
Obviamente ni lo era ni lo es todavía. ¿Cómo explicar al mundo civilizado que, mientras salimos a pedir medicamentos e insumos para nuestros hospitales y colegios, nuestros legisladores obligan a cada distrito provincial a gastar un promedio de $ 1.000.000.- (un millón) para el recambio de todas las banderas nacionales?. Por supuesto: es inexplicable.
Y fue precisamente por eso, es decir, por inexplicable que no hemos apoyado ninguno de los proyectos generados ni ningún otro alternativo en particular.
Mejores tiempos vendrán y allí estaremos los ceremonialistas y los vexilólogos para realizar junto a los historiadores y los juristas un respetuoso y severo trabajo en común.Tal es la actitud patriótica y profesional que debemos asumir y que vamos a asumir cuando llegue el momento.
El desafío es grande y grande será -oportunamente- la contribución que los ceremonialistas vamos a hacer a nuestra historia nacional. Nada más ni nada menos. Quiera Dios que estemos todos a la altura de semejante desafío.
6) Acciones vexilológicas efectivas y de reafirmación patriótica.
Si bien es cierto que nos hemos opuesto tenazmente a toda reforma en materia de Símbolos Nacionales, no menos cierto es que no hemos optado por esperar el momento oportuno cruzados de brazos.
Muy por el contrario, y además de todas las acciones vexilológicas concretas que venimos llevando a cabo desde 1990 al frente del Centro Interdisciplinario de Estudios Culturales -Fundación CIDEC-, hemos comenzado a planificar, ejecutar y/o profundizar, a partir de nuestra llegada al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en agosto de 2000, una serie de Programas de carácter vexilológico y de profunda significación como aporte para la reafirmación de los valores patrios.
La Dirección General a mi cargo, a través del accionar tanto conjunto como individual de sus Direcciones Ejecutiva y de Planeamiento y Producción, viene desarrollando y ha planificado desarrollar las siguientes acciones de carácter vexilológico:
a) Mantenimiento permanente de 4.687 banderas pertenecientes al ámbito oficial de la Ciudad y escuelas públicas (todos los niveles), terciarios, universidades, oficinas públicas de todos los Poderes e instituciones y organismos de Gobierno.
b) Confección de símbolos para las distintas reparticiones y organismos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como así también -a pedido- para instituciones de carácter privado y solicitantes de otras jurisdicciones (provincias y municipios del interior del país).
c) Provisión de banderas para los 284 mástiles que tiene en su territorio la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
d) Mantenimiento y reposición de 700 piezas de embanderamiento callejero y stock de banderas.
e) Funcionamiento permanente de un departamento y archivo vexilo-heráldico en la sede de la Dirección de Ornamentación.
f) Programa "Una Bandera Nueva para cada Plaza", conjuntamente con las asociaciones culturales y vecinales de los barrios que quieren hacerse cargo del cuidado, izamiento y arrío de la bandera de su plaza. Nuestra Dirección General provee esas banderas.
g) Muestra Itinerante de Símbolos Nacionales, Provinciales y Originarios de la República Argentina. De ella hablaremos en detalle cuando escribamos acerca del proyecto del Museo de la Bandera. No obstante ello, diremos que cuando hace casi dos años nos pusimos a pensar, con Miguel Angel Barbieri, Director de Ornamentación, tareas efectivas de acción y difusión patriótica, dimos origen a la Muestra Itinerante de Símbolos Nacionales, Provinciales y Originarios de la República Argentina. Esta Muestra se ha convertido hoy en uno de nuestros mayores orgullos y, quizás, en uno de los mayores indicadores de presencia institucional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el interior de nuestro país.
La cantidad de puestas de la Muestra, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en el interior de nuestro país, la cobertura y la difusión alcanzada en todos los medios de prensa, la cantidad de visitantes que ha recibido cada una de ellas y la repercusión que alcanzaron en todo nivel, hablan a las claras de que no nos equivocamos cuando al iniciar nuestra gestión de gobierno decidimos sacar al estudio técnico de los símbolos, la Vexilología, de los reducidos cenáculos intelectuales en los que, por lo general, quiere encerrarse a esta disciplina.
h) 22do. Congreso Internacional de Vexilología. Vamos a presentar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como sede del 22do. Congreso Internacional de Vexilología y de la Asamblea General de la Federación Internacional de Asociaciones Vexilológicas (F.I.A.V.). Nuestra Dirección General ha dispuesto auspiciar activamente la realización de este importante acontecimiento internacional, apoyando las gestiones que en nuestro país y en el extranjero viene llevando a cabo desde hace varios años el Centro Interdisciplinario de Estudios Culturales para que un Congreso Internacional de la F.I.A.V. pueda celebrarse, por vez primera, en suelo latinoamericano. Recién en 1993 se admitió la presencia institucional de la República Argentina en la Federación Internacional y en 1995, en la ciudad de Varsovia (Polonia), tuve el honor de ser el primer delegado institucional argentino, como Presidente del Centro Interdisciplinario de Estudios Culturales (Fundación CIDEC), que participó con su presencia tanto en un congreso internacional de Vexilología como en una Asamblea General de la F.I.A.V.. Este Congreso Internacional de Vexilología de 2007 ("Vexilobaires 2007") reunirá en Buenos Aires a delegados de más de 40 asociaciones vexilológicas de todo el mundo que, durante una semana, disertarán, debatirán y se informarán acerca de aspectos vexilológicos históricos, técnicos y legales. Debe tenerse en cuenta que, con el tradicional congreso bienal de Vexilología, auspiciado por la F.I.A.V. en diferentes ciudades de la comunidad internacional, se ha dado a los vexilólogos la posibilidad de investigar archivos, visitar museos e intercambiar información en un marco profesional de interconsulta y actualización. Nuevas amistades y relaciones se establecen, otras se renuevan, y con los conocimientos obtenidos durante las disertaciones y los debates surgen nuevos proyectos de investigación y se forman grupos de trabajo institucionales y regionales. No podemos dejar de destacar que, gracias a los congresos internacionales de Vexilología y al trabajo profesional de muchos profesionales dentro del marco de la F.I.A.V., ha sido elaborada toda la metodología, la terminología y el sistema de codificación que actualmente utilizamos para describir la simbología vexilológica.
i) Museo de la Bandera. Tal como existen otros en varias ciudades del mundo, hemos proyectado abrir en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, durante el 2003, un Museo dedicado a la exhibición de las banderas nacionales, provinciales, originarias e institucionales de la República Argentina y de países Iberoamericanos, tanto actuales como históricas. A este Proyecto lo hemos denominado "MUSEO DE LA BANDERA", el cual funcionará en la sede y bajo la jurisdicción de nuestra Dirección de Planeamiento y Producción. FONDO ORIGINARIO: El Museo contará como primer fondo de exhibición permanente la duplicación del material correspondiente a la "Muestra Itinerante de Símbolos Nacionales, Provinciales y Originarios de la República Argentina".El fondo originario del Museo (que ya se encuentra confeccionado en su totalidad) se compondrá del siguiente material:Banderas provinciales: 18 Banderas históricas: 13 Banderas Mercosur: 4 Banderas de Pueblos Originarios: 5 Banderas Iberoamericanas: 21 Bandera Argentina 15 x 10 mts.: 1. Bandera del Mástil "de la Unidad Nacional", Casa de Gobierno. Escudos provinciales: 24 Escudos de Capitales de Provincias: 24 Bandera de la Patagonia: 1 Banderas de Ciudades: 4 Escudos Bordados: 6 Banderas de Ceremonia de jardines de infantes: 2 TOTAL DE PIEZAS: 123 (ciento veintitrés) OBJETIVOS DEL MUSEO: 1) Ser acción efectiva y permanente de reafirmación patriótica y de conservación y difusión de las tradiciones populares simbólicas y vexilológicas de la Ciudad de Buenos Aires en particular y de la República Argentina y de Iberoamérica en general. 2) Exponer de manera permanente los Símbolos Nacionales, Provinciales, Originarios e Institucionales argentinos e iberoamericanos que conforman la Muestra Itinerante. La exhibición permanente será de 123 piezas. 3) Ser sede de todo tipo de actos, certámenes, exposiciones y expresiones académicas o artísticas que tengan como objeto los símbolos nacionales, provinciales, originarios e institucionales. ANTECEDENTES INTERNACIONALES: Existen museos dedicados a las banderas en varias ciudades del mundo. Como ejemplo, destacaremos los Museos de Banderas en Varsovia (Polonia), Budapest (Hungría), Roma (Italia), Iguala (Guerrero, México), Pittsburgh ("Flag Plaza", U.S.A.), San Antonio (Texas, U.S.A.), entre otros. MUESTRA ITINERANTE DE SÍMBOLOS. FONDO ORIGINARIO. LUGARES DE EXPOSICIÓN: Nuestra Muestra es patrimonio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y desde ella, es patrimonio cultural y educativo de todo el país y para todo el país. La Muestra Itinerante de Símbolos Nacionales, Provinciales y Originarios de la República Argentina ha sido expuesta en los siguientes lugares y ciudades de nuestro país:AÑO 2001: CIUDAD DE BUENOS AIRES: Feria Internacional del Libro (Sociedad Rural Argentina) Facultad de Ingeniería (Museo de Ciencia y Técnica)Feria del Libro Infantil (Centro de Exposiciones de la C.A.B.A.) Congreso Iberoamericano de Ceremonial, Imagen y Comunicación. Primera Feria Artesanal (Centro de Exposiciones de la C.A.B.A.) Palacio de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. INTERIOR DEL PAÍS: Provincia de Santa Cruz: Caleta Olivia (Feria Provincial del Libro)Provincia de San Luis: San Luis Capital, Merlo y Villa Mercedes Provincia del Chaco: Resistencia Provincia de Buenos Aires: Azul Provincia de Santa Cruz: Caleta Olivia (Aniversario del Centenario de la Ciudad. AÑO 2002: CIUDAD DE BUENOS AIRES: Feria Internacional del Libro (Sociedad Rural Argentina) Feria del Libro Infantil (Centro de Exposiciones de la C.A.B.A.)Facultad de Ingeniería (Museo de Ciencia y Técnica)Colegio FASTA Catherina Escuela de Policía "Ramón L. Falcón" (A pedido del C.G.P. nº 8) Centro de Gestión y Participación nº 13 Parque de la Ciudad de Buenos Aires Círculo Mutual de Suboficiales Retirados de la Policía Federal Argentina (A pedido del C.G.P. nº 5)Banco de la Ciudad de Buenos Aires (Primeras Jornadas Interdisciplinarias de Actualización en Ceremonial, Relaciones Institucionales y Comunicación Organizacional) Parroquia Ntra. Señora del Carmen (Club de Leones Villa Urquiza)Liceo nº 7 - D.E. nº 1 "Domingo Faustino Sarmiento"Parroquia "San Agustín" Escuela nº 15 - D.E. nº 15 Círculo Militar Escuela nº 14 - D.E. nº 10 Escuela nº 8 - D.E. nº 10Escuela nº 4 - D.E. nº 4 INTERIOR DEL PAÍS: Provincia de Santa Cruz: Pico Truncado, Puerto San Julián, Calafate, Río Gallegos Provincia de Buenos Aires: Morón, Olavarría, Rojas Provincia de Chubut: Rawson Provincia de Santa Fe: Rosario Provincia de Jujuy: San Salvador de Jujuy ALGUNAS DE LAS MUESTRAS CON PROGRAMACIÓN CONFIRMADA AÑO 2003:CIUDAD DE BUENOS AIRES: Palacio del Congreso de la Nación (Salón Azul, abril 2003). Centros de Gestión y Participación nros. 7, 14, 2 sur, 3 Instituto Madre de los Inmigrantes Escuela Francisco P. Moreno Museo de Bellas Artes "Benito Quinquela Martín" VI Exposición Internacional de la Industria Publicitaria INTERIOR: Provincia de Chubut: Trevelin, Comodoro Rivadavia, Trelew, Puerto Madryn, Esquel. Provincia de Santa Cruz: Pico Truncado, Puerto Deseado, Los Antiguos, Comandante Luis Piedrabuena, Río Turbio, Río Gallegos (Feria del Libro 2003)Provincia de Santiago del Estero: Termas de Río Hondo Provincia de Santa Fe: Ciudad de Santa Fe Provincia de Buenos Aires: Pergamino, San Bernardo, Carlos Casares, Mar del Plata. Provincia de San Juan: Ciudad de San Juan ACTIVIDADES QUE SE DESARROLLARÁN EN EL MUSEO: 1) Muestra permanente de Símbolos Nacionales, Provinciales, Originarios e Institucionales argentinos e iberoamericanos. Muestra permanente de 123 piezas. 2) Actos informativos y propiciatorios del 22º Congreso Internacional de Vexilología y de la Asamblea General de la Federación Internacional de Asociaciones Vexilológicas (F.I.A.V.) que deberá llevarse a cabo en julio de 2007. 3) Disertaciones y exposiciones temporarias sobre temáticas de Símbolos Nacionales, Provinciales, Originarios e Institucionales argentinos e iberoamericanos. 4) Actos de incorporación de nuevos símbolos nacionales, provinciales, originarios e institucionales argentinos e iberoamericanos, con presencia de autoridades nacionales, extranjeras, diplomáticas e institucionales que llevarán a cabo la donación o la entronización. 5) Clases explicativas dirigidas a alumnos de la enseñanza primaria y secundaria sobre Símbolos Patrios. 6) Actos, certámenes y expresiones académicas y artísticas que tengan como objeto símbolos nacionales, provinciales, originarios e institucionales.